domingo, 11 de abril de 2010

LA REINA Y SEÑORA I y II

Trome
04 de abril de 2010
Por El Búho

Este Búho no podía dejar de escribir sobre Jesús Vásquez. Con la muerte de doña Jesús acaba una época de oro del criollismo peruano. Porque en 1939, cuando una bella jovencita de 19 años fue elegida 'Reina y señora de la canción criolla', y lo era en el sentido literal de la palabra, el criollismo era la 'música oficial' de Lima. No había televisor, las radios hoy desaparecidas como 'Goycochea' y 'Greyeaux' eran verdaderas salas de concierto en turnos de mañana, tarde y noche. Los artistas criollos cantaban en vivo. Muchos tenían que regresar a la radio para trabajar en esos horarios. Una de ellas, la mejor, era Jesús Vásquez. La coronaron en el teatro 'Apolo' y su foto estaba en las primeras planas de los diarios. El pueblo se agolpaba en las radioemisoras, el medio de comunicación más poderoso. Allí, la cantante labró su inmensa fama interpretando al más grande compositor del género, Felipe Pinglo Alva, y joyas como 'El plebeyo' se inmortalizaron con su voz en un filme hoy de culto: 'El gallo de mi galpón'. Allí el pueblo pudo ver a su estrella en los cines. Empieza a trabajar en grandes emisoras como Radio Nacional, Radio Victoria y Radio Lima.

Cuando firma con un sello internacional, Odeón, doña Jesús se vuelve una figura de talla continental, comparte escenarios con los grandes mexicanos Pedro Infante y Pedro Vargas, Los Panchos, Celia Cruz y la Sonora Matancera, Libertad Lamarque y Raphael. Hay una anécdota que circuló en la Lima chismosa de los 50: el todopoderoso dictador Manuel A. Odría se había fracturado la cadera. Todo el Perú se preguntaba cómo tuvo el accidente. Voceros de Palacio dijeron que montando un caballo de paso. Pero según otras fuentes, el general, quien no ocultaba su admiración por el pisco puro fino que le traía desde Chincha el siniestro director de gobierno, Alejandro Esparza Zañartu, se accidentó al resbalar por corretear a 'La reina de la canción' por todo el salón, pues llegó invitada a cantar en una función privada para el presidente y sus amigotes, a quienes retrata magistralmente Mario Vargas Llosa en 'Conversación en la catedral'. Me quedé corto con la vida de esta estrella de la canción. Mañana continúo. Apago el televisor.

Trome
05 de abril de 2010
 
Este Búho recordaba anécdotas de la gran Jesús Vásquez, como esa en que el dictador Manuel Odría se quiso aprovechar de la guapa cantante cuando visitó la casa presidencial de verano ubicada en La Perla, en el jirón Arica y la Costanera, que hasta hoy existe. La artista dignamente eludió al dictador que cayó de bruces y se fracturó la cadera. Esa mandada le pudo costar la Presidencia porque durante su convalecencia, su socio golpista, el general Zenón Noriega, pretendió darle un golpe de Estado. Mi tío Edgardo Marca, gran admirador y asiduo concurrente a sus shows, se sabía todas esas anécdotas porque Jesús Vásquez tenía un gran jale con los hombres. Muchos perdieron la cabeza por ella, pero 'La reina' era como la protagonista de 'La condesa descalza', Rita Hayworth, que hace de una actriz española en Hollywood y que se negaba a darle bola a varios millonarios y se metía con quien le dictaba su corazón y no se fijaba en billeteras.

Polo Campos cuenta que quiso casarse con ella, pero la criolla estaba muy enamorada de un jefe de la policía que le mandaba patrulleros para que la movilicen a sus presentaciones. Le escribía canciones, le mandaba rosas pero, según confiesa el compositor, ella no terminó con el policía. En momentos en que la música popular tiene exponentes que no solo cantan, sino hacen negocios, talleres de mecánica, panetones, 'fiestas de aniversarios' o cachuelean en programas concursos como jurados, la imagen de Jesús Vásquez se yergue como una mujer entregada totalmente al canto. Sin importarle aquellos que la criticaban por el poco apego a tener propiedades o lujos, salvo, eso sí, estar bien maquillada y con buena ropa, hasta anciana. Como bien señala el 'Cholo' Luis Abanto Morales: 'ella a veces no cobraba, porque malos empresarios se aprovechaban, pero no se iba a su casa, cantaba igual. Una noche, en Los Ángeles, cantó y me dijo: 'Me tengo que ir a Lima para llegar a la procesión. Cobra por mí', y se fue. Porque era profundamente devota del Señor de los Milagros, ya que nació a pocas cuadras de Las Nazarenas, en el barrio de Pachacamilla. Pero el empresario tramposo no le pagó. Así era ella'. El homenaje de la OEA lo tuvo bien merecido, como la pensión que le dio el gobierno de Alan García, su gran admirador, hay que reconocerlo. Aunque durante su velorio desentonó cantando 'Milagro'. Más que criollo, parecía Pavarotti por su volumen, pero debió recordar que había una matanza de mineros en Arequipa y su lugar debía estar en otro lado. De la guardia vieja, estaban Esther Granados, Polo Campos y "scar Avilés. Figuras emblemáticas de un criollismo que muere físicamente, pero perdurará en el recuerdo. Como la gran 'Reina y señora de la canción criolla'. Apago el televisor.
 

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